Cuando queremos guardar ese momento que nos gusta podemos usar la foto o la película. La foto necesita una composición para que pueda reflejar eso que queremos recordar y la tomamos las veces que sea necesario para lograrlo. La película (o video) es más espontánea y casual. Nos permite revivir el momento con mayor intensidad.
¿Còmo podemos aplicar esto a la toma de decisiones?
Tomemos un ejemplo. Queremos comprar un departamento con vista al mar que nos gustó cuando fuimos de vacaciones. Generalmente nos queda la imagen (foto) de un día soleado, con una temperatura ideal y un mar hermoso. Hemos hecho una composición ideal del departamento que queremos.
Veamos qué pasa si hacemos una película. Empezamos con la imagen de la foto y vamos haciendo pasar los días y los meses. Si vamos en invierno veremos las cosas de otra manera. ¿Qué pasa con los gastos y los trabajos de mantenimiento? ¿Cómo influyen en nuestro presupuesto? Esta y otras preguntas se hacen evidentes cuando nos pasamos la película.
Esto también puede ser de utilidad para ver cómo determinados comportamientos que sentimos disfuncionales (propios y ajenos) pueden afectar nuestra vida a través del tiempo de acuerdo a las decisiones que tomemos.
Recordemos que nuestra vida, a diferencia de una película, no se puede retroceder.